El
chitón de las tarabillas
[1]
Obra del licenciado todo se sabe. A v. m. que tira la piedra y esconde la mano
[1] chitón: «verbo defectivo que sólo se usa con este imperativo con que se manda que todos callen; lo cual se suele hacer poniendo el dedo en la boca»(Autoridades); tarabilla: «la cítola del molino. Díjose así del sonido que hace»; en sentido figurado, «persona que habla mucho, deprisa y sin orden ni concierto» y «tropel de palabras dichas de este modo»(Covarrubias). Puede significar, sin más, ‘lengua’: así aparece en El siglo pitagórico de Antonio Enríquez (edición de T. de Santos, p. 316): «Su lengua, tarabilla de molino, molía de lo fino, y barajando verbos inorados pintaba los vocablos malparados». El título responde a la intención de acallar las críticas contra la política del conde-duque y el rey Felipe IV. En el romance «Chitona ha sido mi lengua» se utilizan los dos vocablos (vv. 1-3): «Chitona ha sido mi lengua / habrá un año, y ahora torno / a la primer tarabilla» (Obra poética, II, p. 435). En el Sueño de la muerte (edición de I. Arellano, p. 325): «Otros que llaman tarabilla, gente que se va de palabras como de cámaras, que hablan a toda furia».
[2] y a ratos vos: todos estos tratamientos se corresponden con diferentes rangos sociales; merced: «tratamiento o título de cortesía, que se usa con aquellos que no tienen título o grado por donde les toque la señoría»(Autoridades); excelencia: «tratamiento, título y cortesía que se da al que es grande de España, y que el día de hoy conforme a estilo se ha extendido a otras personas, según su grado»(Autoridades); señoría: «tratamiento, que se da a las personas constituidas en dignidad, a quienes les compete por ella»(Autoridades); vos: «se usa también hablando con personas de gran dignidad, como tratamiento de respeto. [...] Se usa asimismo como tratamiento que dan los superiores a los inferiores»(Autoridades). Arellano [1998:306] sugiere que el empleo de estos tratamientos obedece a la «autoría múltiple de las críticas a Olivares, apuntando a un ‘monstruo de varias cabezas’ como verdadero autor de los papeles antiolivaristas, grupo enemigo el que se integran individuos de muy distintas categorías sociales merecedoras de tratamientos dispares».
[3] rata por cantidad: «frase adverbial que vale con proporción en la distribución de las cosas. Lat. pro rata portione»(Autoridades). En el Sueño de la muerte se lee: «vistos de noche y a escuras parecen estrellas, y llegados cerca son candelilla, cuerno y hierro, rata por cantidad» (p. 423).
[4] de molde: «a propósito, con toda propiedad»(Autoridades).
[5] rebozo: lo mismo que embozo, en este caso con su sentido metafórico: «figura, medio y modo artificioso para dar a entender sin declararlo distinta y expresamente lo que uno quiere decir»(Autoridades). Se eligen las mayúsculas para «Pedrisco»o, más adelante, para «Discurso» y no se colocan para «granizo» con el criterio de que así figuran en todas las ediciones consultadas, después de haber calibrado la posibilidad de que todas sean consideradas nombres propios o, por el contrario, simples calificativos.
[6] ripio: «decimos meter uno mucho ripio cuando en la materia que va tratando ingiere algunas cosas frívolas, a semejanza del que hace paredes, que, poniendo en las dos haces piedras grandes, todo lo de en medio hinche deste cascajo y ripio», (Covarrubias).
[7] esconde la mano y es conde: el calambur quizá oculte alguna insinuación sobre la condición del personaje criticado.
[8] pues tiene el tejado de vidro, obedezca la cola del refrán: «Quien tiene tejado de vidrio, no tire piedras al de su vecino», reza el refrán cuya primera parte transcribe Quevedo. En el prólogo de los Sueños y discursos se lee: «Y créanme y no errarán, que es más que temeridad echar piedras al tejado del vecino quien tiene el suyo de vidrio» (p. 207).
[9] escojo: no hay que descartar un calambur con este vocablo; recuérdese la epístola a Inés de Zúñiga y Fonseca en 1633 donde dice: «soy entre cojo y reverencias, un cojo de apuestas, si es cojo o no es cojo» (Epistolario completo, p. 264).